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20-06-2013
Tuvo que suceder el peor desastre industrial en la historia de Bangladesh para que las empresas de confecciones actuaran seriamente; pero algo bueno resultó del colapso del edificio Rana Plaza, que costó la vida a 1,100 trabajadoras y trabajadores y dejó a más de 1,000 heridos.
El 23 de mayo, cerca de 40 tiendas y marcas globales, y los sindicatos globales IndustriALL y UNI, firmaron el Acuerdo de Seguridad de Edificios y contra Incendios en Bangladesh.
Cuatro ONGs de derechos laborales -la Campaña Ropa Limpia (CCC), el Fondo Internacional por los Derechos Laborales (ILRF), la Red de Solidaridad de la Maquila (RSM) y el Consorcio por los Derechos de los Trabajadores (WRC)- que habían hecho campañas para que existieran fábricas seguras en Bangladesh durante casi una década, firmaron como testigos.
A diferencia de un código de conducta voluntario y de auditorías de fábricas controladas por las empresas, el Acuerdo es un contrato legalmente obligatorio que requiere a las empresas firmantes colaborar en un programa integral de seguridad que incluye:
Aunque la mayoría de las empresas firmantes tienen sus sedes en Europa, cuatro empresas norteamericanas -PVH (dueña de las marcas Tommy Hilfiger y Calvin Klein), Abercrombie & Fitch, Sean John Clothing y Loblaw de Canadá (dueña de la marca Joe Fresh)- firmaron el Acuerdo.
Otras grandes marcas compradoras norteamericanas en Bangladesh, como Wal-Mart y Gap, se han negado rotundamente a sumarse a sus contrapartes europeas.
En el avance hacia la etapa de implementación del Acuerdo, continua en negociación el tema pendiente de la compensación para las víctimas del desastre del Rana Plaza. A la fecha seis empresas, cuyos productos se hacían en una de las cinco fábricas del edificio, acordaron aportar algo de compensación a las familias de quienes murieron y/o a las trabajadoras(es) que resultaron heridas.
De ellas, sólo Primark y Loblaw prometieron indemnizar de acuerdo a los cálculos de las federaciones sindicales de Bangladesh.
El colapso del edificio Rana Plaza fue sólo uno de los últimos desastres, de una serie de incendios y colapsos de edificios que pudieron haberse prevenido, y en los que perdieron la vida más de 1,700 trabajadoras(es) desde 2005. En aquel año, la fábrica Spectrum, ubicada en otro edificio de varios pisos y operación ilegal, se colapsó costando la vida de 64 trabajadoras(es) e hiriendo a otras 74.
Tanto en el caso de Spectrum como en el del Rana Plaza se habían encontrado enormes grietas en la estructura de los edificios antes del colapso, pero las trabajadoras(es) fueron forzadas a ir a trabajar a pesar de los peligros más que evidentes. En los numerosos incendios de fábricas que se dieron desde 2005, las salidas estaban cerradas o bloqueadas o no había salidas de emergencia externas. Las trabajadoras(es) tuvieron que saltar por las ventanas para escapar de las llamas, muriendo o resultando gravemente heridas.
Al igual que en otros desastres de fábricas en Bangladesh, muchas de las marcas y tiendas minoristas de ropa cuyos productos se hacían en las fábricas del edificio Rana Plaza, negaron inicialmente tener relación alguna con esas fábricas.
Wal-Mart Canadá, cuyo nombre estaba en la lista de clientes en el sitio web del dueño de una de las fábricas, inicialmente negó que hubiera alguna producción “autorizada” en esa fábrica. Sin embargo, cuando entre los escombros también se encontraron documentos de envíos, que indicaban que en la fábrica se habían hecho productos para Wal-Mart en 2012, la empresa cambió su versión, diciendo esta vez que ninguno de sus productos se estaba haciendo en la fábrica al momento del colapso.
Loblaw, sin embargo, no estaba en posición de negar su relación con la fábrica, dado que etiquetas con su marca, Joe Fresh, fueron halladas en los escombros y entre los cuerpos de las trabajadoras(es).
Para crédito de la misma, Loblaw aceptó su parte de responsabilidad para con las trabajadoras(es) que murieron o resultaron heridas en el colapso del edificio, y es la única empresa canadiense que ha firmado el acuerdo hasta la fecha.
Y la pregunta sigue en el aire, ¿tendrán esta actitud otras empresas norteamericanas?