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Peligra el aprovisionamiento por los conflictos en torno al precio de alimentos y energía

21-04-2008

Kristi Ellis y Liza Casabona
WWD.COM
Traducción de RSM

WASHINGTON - Los conflictos laborales por los aumentos de precios de alimentos y energía podrían desatar en breve un aumento en los costos de aprovisionamiento de las empresas globales de confecciones, al ser forzadas las empresas a elevar los salarios para evitar hambruna y disturbios.

Los importadores estadounidenses que dependen de países como Vietnam, Bangladesh y Pakistán para obtener sus productos están tratando de navegar en ambientes volátiles y políticamente inestables. Sus decisiones están siendo observadas, mientras los EE. UU. y las organizaciones internacionales buscan la forma de dar asistencia de emergencia a millones de personas que están luchando para alimentarse porque los precios de los alimentos han aumentado, según se estima, un 40% desde mediados de 2007.

La exposición es alta para las firmas estadounidenses de indumentaria, que importaron el equivalente a 53,000 millones metros cuadrados, por un valor de US$96,300 millones en confecciones y textiles en el año finalizado el 29 de febrero. El volumen de las importaciones fue un 1.03 por ciento mayor que en el mismo periodo del año anterior.

"Es obvio que no podemos controlar la agitación social cuando se trata del precio de los alimentos, pero lo que nos impacta es que la gente no venga a trabajar porque no pueden alimentar a su familia o porque están bloqueados los caminos al trabajo," dice Kevin Burke, presidente y jefe ejecutivo de la Asociación Estadounidense de Indumentaria y Calzado. "Es una situación difícil."

La intensidad del problema se magnifica porque la presión por salarios más altos se da al mismo tiempo que se debilita el gasto del consumidor estadounidense.

Subir los salarios es "sólo una parte de la ecuación" para los importadores estadounidenses de confecciones, dice Gary Ross, ex vicepresidente corporativo de manufactura y aprovisionamiento global en Liz Claiborne Inc., y actualmente presidente de GERoss Consulting LLC.

"Los precios de las materias primas y la energía también están aumentando," dice. "Las ventajas deflacionarias en precios que gozaban las empresas se han disipado. Los precios de las confecciones se han afirmado."

Nike Inc. ha sentido el impacto pleno de las protestas sobre salarios y presiones inflacionarias en Vietnam, donde decenas de miles de trabajadores han realizado 159 huelgas en los últimos meses, dos de las cuales fueron en fábricas contratistas de Nike, dice Erin Dobson, director de comunicaciones de responsabilidad empresarial en Nike.

"Hace daño a todo el mundo," dice Dobson, añadiendo que Nike ha tratado de asesorar el gobierno vietnamita.

En el último paro este mes en una fábrica contratista de Nike, Ching Lhu, 19,000 trabajadores estuvieron en huelga por dos días, demandando salarios más altos. Un grupo sindical patrocinado por el gobierno negoció con éxito con la patronal en representación de los trabajadores consiguiendo un 10 por ciento de aumento de salarios y un almuerzo pagado para cada empleado, dice Dobson.

Aunque Nike no participó directamente en las negociaciones, porque no es propietaria de la fábrica en Vietnam, Dobson dijo que la empresa trató de educar a todas las partes involucradas sobre cómo resolver la huelga.

El aumento de salarios para los trabajadores de Ching Lhu se dio además del aumento del salario mínimo nacional del 13 por ciento que se otorgó en Vietnam en enero pasado, añadió. Aunque las huelgas han cesado por ahora y los trabajadores están de vuelta en las fábricas contratistas de Nike, Dobson dice que sigue habiendo razones para preocuparse.

La raíz del problema: la tasa de inflación de Vietnam subió 19 por ciento en marzo, comparado con el año anterior, y los precios de los alimentos vienen subiendo alrededor de un 40% desde mediados de 2007.

El desafío es ahora con qué frecuencia va a haber huelgas y qué amplitud tendrán," dice Dobson. "Todavía no lo sabemos."

El aumento de la inflación y la agitación social está llegando a una escala tal que la única opción ya no puede ser aprovisionarse en otro país, hicieron notar los expertos.

"Se da en tantos lugares que es un problema que tienen que enfrentar todas las empresas," dice

Brenda Jacobs, abogada comercial con Sidley Austin, que es el principal asesor de la Asociación Estadounidense de Importadores de Textiles e Indumentaria y algunos gobiernos extranjeros. "No se puede evitar."

Las empresas van a tener que enfrentar claramente aumentos de precios, dice. La mayoría de las firmas sostienen que sus márgenes no les permiten absorber aumentos importantes en la cadena de suministros.

"Desgraciadamente, para los proveedores de Asia que están enfrentando aumentos reales de precios, la demanda de nuestro cliente en los EE. UU. y de sus otros clientes en Europa, está a la baja," dice Jeff Streader, presidente de Kellwood Global, la cadena de suministros corporativa de Kellwood Co. "Es un contrapeso a estas presiones de precios. No podemos pagar más."

Al aumentar las presiones inflacionarias y el potencial de inestabilidad en el Sudeste de Asia, algunas fuentes dicen que países geográficamente cercanos a los EE. UU., como Colombia o los países miembros del Tratado de Libre Comercio de América Central (CAFTA por sus siglas en inglés), ofrecen una alternativa. Aunque muchos dicen que la intención del Partido Demócrata de demorar indefinidamente el voto del Congreso sobre un tratado bilateral de libre comercio con Colombia limita sus opciones.

"Actualmente estamos monitoreando de cerca la situación y lo tenemos en cuenta para nuestras decisiones de aprovisionamiento a largo plazo," dice Mark Jaeger, vicepresidente senior y asesor general en Jockey International. "Un área en la que quisiéramos que se expanda el comercio es Colombia. Quisiéramos ver que avance el tratado de libre comercio, de manera que podamos mantener algo de la producción en nuestro patio trasero. Al final, hay una cantidad limitada de países para aprovisionarse de confecciones."

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, advirtió recientemente que hay 33 países en riesgo de agitación social debido a los mayores precios de alimentos y energía, incluyendo Egipto, India e Indonesia.

Los aumentos en fletes y los altos precios del petróleo, junto con los granos que se derivan para hacer biocombustibles, la mayor demanda de alimentos en economías de rápido crecimiento, como China, y condiciones climáticas adversas como sequías e inundaciones, se han combinado para producir los aumentos de precios, según las Naciones Unidas.

"Lo que está en juego, por supuesto, es el hambre de la gente - éste es el primer problema, quizás el mayor problema - pero también es todo lo que se ha estado haciendo para ayudar al desarrollo en la última década, dijo Dominique Strauss-Kahn, director gerente del Fondo Monetario Internacional, a los periodistas al cierre de la reunión del FMI la semana pasada. "Y lo que está más en juego aún es la estabilidad política de muchos países."

La Organización por la Alimentación y Agricultura de la ONU, en su último pronóstico de cosechas y situación alimentaria, proyecta que el importe de la compra de mercancías vitales de los países más pobres aumentará un 56 por ciento este año.

En Haití, sitio de violentos enfrentamientos en los últimos días entre manifestantes y fuerzas del gobierno, se informó que los precios de los alimentos subieron entre un 50 y 100 por ciento en el último año, dijo la ONU. En Las Filipinas, los precios del arroz aumentaron 50 por ciento en los últimos dos meses, y en Bangladesh aumentaron 66 por ciento comparados con un año atrás. En Pakistán y Tailandia "se desplegaron tropas para impedir el apoderamiento de alimentos en los campos y depósitos," dice el informe.

"Aquí hay países experimentando lo mismo, y mi punto de vista es que se pondrá muy mal si vemos erupciones en algunos de los países con poblaciones realmente numerosas, como China, India o Indonesia," dice Gary Hufbauer, académico decano en el Instituto Peterson de Economía Internacional en Washington. "Yo creo que pueden caer algunos gobiernos por esto."

Aunque los gobiernos de muchos países han dado pasos agresivos para impedir las protestas - implementando medidas para desmotivar las presiones inflacionarias y elevando periódicamente el salario mínimo - las organizaciones de derechos laborales y humanos sostienen que las reformas no funcionan debido a los salarios excesivamente bajos que no han mantenido el ritmo de la inflación.

"Aún cuando haya habido un aumento en el salario mínimo en un país, estos aumentos se han vuelto décimas por los enormes aumentos en los precios de alimentos básicos, de manera que los trabajadores en términos reales están ganando menos aún de lo que ganaban antes," dice Kevin

Thomas, director de promoción y defensa en la Red de Solidaridad de la Maquila, una organización no gubernamental de derechos laborales.

"Lo que vemos en todo el mundo es una pauta: el precio de los alimentos sube mucho, pero los salarios de los trabajadores ya son demasiado bajos para el costo de vida, y esto está teniendo un efecto terrible," dice Thomas.

En Bangladesh, después de disturbios y demandas por salarios más altos, unos 20,000 trabajadores de la confección de cuatro fábricas en Narayanganj recibieron un aumento de sueldo de alrededor de US$3.50 por mes, que equivale a un aumento del 8 a 9 por ciento, dice Neal Kearney, secretario general de la Federación Internacional de Trabajadores del Textil, Vestuario y Cuero.

Los trabajadores de la industria de la confección de Bangladesh siguieron realizando protestas diariamente, con algunas manifestaciones llegando a la violencia en Dhaka y otros centros industriales, según las dos principales asociaciones de la industria de la confección.

"Nos preocupan los trabajadores, pero los fabricantes de confecciones no pueden aumentar los salarios paralelamente a los aumentos de los precios de los alimentos," dice Anwar-Ul-Alam Chowdhury Parvez, presidente de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Confecciones de Bangladesh, que representa 4,500 fábricas de confecciones con 2.5 millones de trabajadores directos.

Parvez dice que el sector de confecciones implementó aumentos al salario mínimo en la mayoría de las fábricas hace tres meses. Según el salario mínimo actual, los trabajadores ganan de US$ 30 a 35 por mes. Los precios de los alimentos básicos se duplicaron en los últimos seis meses después de las inundaciones del monzón, ciclones y mareas que arruinaron las plantaciones, elevando la demanda de importaciones.

La inflación de dos dígitos y los exorbitantes precios del arroz en el mercado mundial exacerbaron la situación. Parvez dice que su asociación le ha pedido al gobierno de Bangladesh que subsidie la distribución de arroz y otros alimentos esenciales para los trabajadores de la confección.

Parvez y Fazlul Hoque, presidente de la Asociación de Fabricantes y Exportadores de Tejidos de Punto de Bangladesh, que tiene 1,500 fábricas miembros, con un millón de trabajadores, dijo que hará falta algo más que la intervención del gobierno.

"Se pueden aumentar los salarios de los trabajadores para equipararlos con los altos precios existentes de los alimentos, si los compradores de los países desarrollados aumentan las ofertas de precios de sus importaciones," dice Hoque.

También hay demandas de aumentos de salarios hechas por trabajadores en fábricas de confecciones y textiles de Egipto, Indonesia y Las Filipinas. Los trabajadores de la ciudad productora textil de Mahaila al-Kobra, en Egipto, han realizado protestas en ese país.

Para evitar los disturbios laborales en la industria, Kearney dice que las fábricas tendrán que aumentar los salarios, y las empresas de marcas y tiendas de indumentaria deberán pagar más.

Charles Kernaghan, director ejecutivo del Comité Nacional Laboral de EE. UU., un grupo de observación laboral, dijo que la crisis se ha estado gestando por un tiempo.

"Antes de esto, de todas las maneras... estos trabajadores han estado al borde y sobreviviendo apenas, de manera que cuando suben los precios de los alimentos, especialmente en los básicos de los que dependen los trabajadores, son llevados al extremo," dice.

Con contribuciones de John Zarocostas, Ginebra y Jahir Ahmed, Dhaka, Bangladesh.

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