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24-05-2011
Canadá está demostrando sus fuertes lazos y más profunda amistad con Bangladesh con una visita esta semana del Primer Ministro de Bangladesh, Sheikh Hasina. Pero, mientras los vínculos se consolidan, es tiempo que el Primer Ministro canadiense, Stephen Harper, plantee las crecientes preocupaciones internacionales por el duro trato que se le da en ese país a defensores de derechos humanos y laborales, y las peligrosas e inaceptables condiciones de trabajo que plagan la industria de la confección.
Al estar Canadá ahora cada vez más implicada en el comercio de confecciones con ese país esto es especialmente importante: las importaciones canadienses de Bangladesh, principalmente confecciones y textiles, se han incrementado dramáticamente en los últimos cinco años, al punto de que el diez por ciento de toda la ropa que importamos proviene de este país sud asiático. Las prendas de vestir representan casi el 78% de las exportaciones totales de Bangladesh.
Aunque el aumento del comercio canadiense pudo haber creado más trabajos en el sector de la confección del país, no ha resultado en mejores salarios y condiciones de trabajo. Las trabajadoras(es) apenas ganan centavos por hora, a pesar de trabajar más de 12 horas por día cosiendo prendas para conocidas marcas canadienses e internacionales. En julio pasado, el enojo y la frustración por los salarios de pobreza explotaron finalmente en protestas obreras masivas, y a veces violentas, en la capital Dhaka, cuando el gobierno propuso un nuevo salario mínimo muy por debajo de que los expertos estiman necesario para satisfacer las necesidades mínimas de las trabajadoras(es).
En medio de las protestas, Human Rights Watch planteó sus preocupaciones sobre la tortura, el maltrato, detenciones arbitrarias y hostigamiento legal contra activistas laborales acusados de provocar la agitación. La policía ejecutó órdenes de arresto contra cientos de trabajadoras(es) y dirigentes sindicales, incluyendo a dirigentes del Centro de Solidaridad con los Trabajadores (BCWS por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental que estaba llamando la atención sobre las pésimas condiciones de trabajo en las fábricas de Bangladesh. Fundado y liderado por ex trabajadoras(es) de la confección, el BCWS es un organización conocida internacionalmente y respetada por trabajo en defensa de los derechos de las trabajadoras(es).
Aún antes de las protestas, los defensores de los derechos laborales estaban ya enfrentando la represión del gobierno por sus actividades. En junio pasado, el registro oficial del BCWS fue revocado, sus cuentas bancarias congeladas y uno de sus dirigentes detenido y torturado. Después de las protestas de julio, otros dos líderes del BCWS fueron arrestados, golpeados, amenazados de muerte y detenidos por un mes antes de ser dejados en libertad bajo fianza. Estos activistas aún siguen enfrentando acusaciones infundadas que podrían resultar en prisión perpetua o condena de muerte.
Este duro trato por parte del gobierno de Bangladesh al BCWS y otras organizaciones de derechos humanos y laborales ha producido la condena no sólo de organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, sino también de asociaciones empresariales como la Asociación Estadounidense de Indumentaria y Calzado. En Canadá, el Consejo de Tiendas Minoristas de Canadá y el Congreso Laboral Canadiense pidieron que el gobierno canadiense actúe para proteger y promover los derechos humanos en Bangladesh.
El mismo conjunto de organizaciones empresariales, sindicales y de derechos humanos también ha planteado repetidamente sus preocupaciones sobre las condiciones de trabajo en las fábricas que hacen nuestras prendas de vestir. Los salarios de pobreza son sólo uno de los problemas que enfrentan las trabajadoras(es) de la confección de Bangladesh. El año pasado, al menos 49 trabajadoras(es) murieron en devastadores incendios de fábricas, sumándose a los cientos de trabajadoras(es) muertos en incidentes similares en los últimos años. Periodistas y organizaciones como el BCWS han descubierto que existen condiciones como horas de trabajo excesivas, supervisores abusivos, trabajo infantil y una miríada de violaciones a la salud y seguridad ocupacional.
Esto es parte de la gran preocupación por la represión a los líderes laborales. Como escribió el Consejo de Tiendas de Canadá, "Grupos de la sociedad civil como el BCWS tienen un papel importante en cumplir con la meta de nuestra industria, de dar a los trabajadores y trabajadoras de la confección condiciones de trabajo seguras e igualitarias." Asegurar que sea respetado plenamente el derecho que tienen trabajadores(as) a organizarse y expresarse en su propia defensa es la mejor manera de asegurar que los beneficios del aumento del comercio con Canadá sean sentidos por los ciudadanos más pobres del país, y que las empresas y consumidores canadienses no queden implicados de alguna manera en los abusos a los derechos de las y los trabajadores.
No hay duda que Canadá se ha acercado más a Bangladesh. En febrero, el Ministro de Relaciones Exteriores de Bangladesh, Dipu Moni, realizó una visita formal a Ottawa, y en marzo, el Ministro de la provincia canadiense de Saskatchewan, Brad Wall, realizó una visita a Bangladesh para dialogar sobre un acercamiento en las relaciones comerciales y de inversión. Bangladesh es también uno de los países en que Canadá enfoca su asistencia externa, habiendo recibido más de cien millones de dólares de ayuda externa canadiense el año pasado.
Bienvenidas las relaciones diplomáticas y de asistencia, así como el comercio que promueva un mayor respeto por los derechos de los trabajadores.
Pero antes de avanzar en esta amistad, hay que poner sobre la mesa varios temas difíciles.